viernes, 30 de octubre de 2009

TELARAÑAS DENTRO DEL CEREBRO

Todos hablan del tiempo. Nosotros, no. Los años pasan, envejecemos. A partir de los 60 años, se piensa en disfrutar de una vida de tranquilidad, sin tantas obligaciones. La memoria que hasta ahora no ha fallado, comienza a resentirse. ¡Es la edad! La preocupación, comienza cuando la situación continúa. El temor que hasta ahora no se manifestaba, llega cuando el médico diagnóstica una “Demencia neurogenerativa que es llamada enfermedad del Alzheimer”. Estas palabras se convierten en un factor de pánico, de incerteza…

El deterioro comienza lentamente, se dejan cosas colocadas en lugares erróneos, cambios de humor, se resienten la orientación, la atención, la memoria y el habla. Una pérdida inexorable de todos los recuerdos, toda una vida, la identidad misma de la persona. Llega la incapacidad de reconocer incluso a los seres más queridos, borrando de forma gradual hasta los recuerdos más arraigados de una persona. Es una pérdida del 50% de todo. Esta enfermedad afecta a personas con más de 65 años, aunque también puede afectar a pacientes de mediana edad. Es una lucha contra una dolencia que suele permanecer oculta para los demás. El miedo se puede ver reflejado en sus rostros, una lucha contra el tiempo, que se va consumiendo en ese reloj de arena. Es una enfermedad que se diagnosticó a mediados de los 80 y se culpa de ello a los malos hábitos de vida. Mientras, los médicos, investigadores, científicos…intentan buscar una solución a una enfermedad que está degenerando a sus dolientes. La preocupación de muchos enfermos es si encontrarán ese fármaco o “vitaminas de efecto” que mejoren su calidad de vida.

Las familias comienzan a buscar soluciones a un problema que acecha. Ahora hay que saber llevar una nueva situación, demostrar ese amor verdadero, como en aquellos días de felicidad. El tiempo pasa y los efectos del Alzheimer son más notables con esos síntomas que tanto sufrimiento les causa. Para ellos el reloj ya no tiene utilidad, es como llevarlo al revés, un adorno superfluo. Aunque parezca una triste metáfora, esa fría araña, sin ningún pudor, va tejiendo poco a poco su tela dentro del cerebro humano.

Como colofón decir que de nosotros dependerá acompañarlos, con cariño, paciencia. Y en lo absurdo de un mundo que se va borrando.

Me quedaría con las palabras de Vicente Aleixandre: “El frío quema y en tus ojos nace su memoria. Recordar es obsceno, peor: es triste. Olvidar es morir…”





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