sábado, 15 de enero de 2011

A VUELTAS CON LA Y GIREGA

Comenzamos el año y nuevos temas sobre los que poder escribir y reflexionar, dado que el panorama que nos cocinan nuestros académicos de la lengua da mucho que pensar…Sin más que decir, ahí dejo este escrito. Acompañado de dos videos de Camilo José Cela, gran escritor y con una especial ironía.

LA Y GIREGA
Hoy hablamos de la lengua y de la importancia que tiene hablar con propiedad en la sociedad actual. Puede parecer una chorrada la propuesta de los académicos sobre la “y griega”. Como dicen algunos, cada cierto tiempo hay que poner una nueva degollina a nuestra lengua. Y así, permanecer todos entretenidos. Sorprende el cambio que ellos mismos han cocinado, y eso, si son buenos cocineros…Es llamativa la última perogrullada que intentan vender diciendo: es mejor llamar a la “y griega” “ye”. Entonces pronto habrá nuevos guisos… ¿Qué pasará con la “w”, seguirá siendo “uve doble”?, ¿y la “x”, seguirá siendo “equis” o la pronunciaremos como “s”? Pobres de los que tengan una “x” en su vida…Y sin olvidarme, ¿Qué pasará con la “z”?
Pobre “y griega”, única letra que sobrevive a nuestras raíces griegas, y así la distinguimos de la “i” latina. ¿Qué pasará por la mente de todos los escritores, profesores…en estos momentos? Si Unamuno escuchase esto, ¿Qué opinaría? Puede que lo mismo que Eduardo Mendoza: “Yo no duermo desde que sacaron esas normas la RAE, estoy destrozado”. Dentro de poco será común hablar como aquel torero que dijo algo así, en dos palabras: “im-prezionante”, o la modelo que hizo uso de la expresión “estar en el candelabro” en vez de “estar en el candelero”. Se puede reír uno leyendo esto, pero nadie niega que llegado cierto momento, ya no sepamos usar adecuadamente nuestra lengua. A propósito, recordando aquella anécdota de Camilo José Cela en la que alguien que estaba a su lado al ver que el escritor se había quedado dormido, le dijo en un determinado momento: “Señor Cela, está usted dormido”; a lo que el escritor contestó que no estaba dormido, sino durmiendo; su interlocutor contesto que era lo mismo “estar dormido” que “estar durmiendo”; y el escritor, con la ironía que le caracterizaba le contesto: “No es lo mismo; ¿O a caso, es lo mismo estar jodido que estar jodiendo?