viernes, 20 de noviembre de 2009

TECHOS DE CARTÓN

Puede ser que muchas de las cosas que escribimos no sirvan para nada. Pero tengo cierta esperanza que alguna que otra conciencia pueda conmoverse. Hace tiempo, cierto escritor dijo: “Cando alguen quere cambiar o mundo, ten que escribir”
“As palabras son quen de disipar á néboa, o mundo escuro a o que as desterran”
Sin más que decir, dejo mi pequeño escrito acompañado de ese video del grupo SKA-P.

TECHOS DE CARTÓN
El tiempo pasa y los cambios llegan a otros países y al nuestro. Vemos como se van innovando a lo largo de los años, como evolucionan sus capitales, ciudades… Pero hay algo que no cambia. Hablo del otro lado de la moneda, la pobreza. Está presente en nuestras ciudades, calles y fuera de nuestro país. Si cruzamos fronteras las cosas no son diferentes. Si por un momento viésemos esos rostros, nos preguntaríamos: ¿Por qué acabar siendo un vagabundo que camina errante por las calles?...Posados en los bancos de las alamedas, en la puerta de la catedral o en esa esquina de la calle, hablando solos, maldiciendo, blasfemando…Llegada la noche, los ves tapados entre cartones intentando mitigar el frío, con sus harapos viejos, mugrosos, deteriorados, raídos.... Los que nunca les abandonan en esas largas noches heladas y nevadas, en las que apenas tienen algo que llevarse a la boca. Esto sucede en muchos países, no hace falta ir lejos para ver la pobreza, aquí, allí y más allá…Te encuentras con el reverso de la moneda. Cuando cruzas el charco, miras la miseria. En los países donde está desapareciendo la clase social media. Donde solo puedes ser rico o pobre. Es colosal ver las grandes ciudades de ensueño, con las mejores calles de shopping, alta costura, restaurantes…Y saber que esa autopista que comunica la ciudad con el resto del país se pierde en su maraña, separando la clase alta de la indigencia, de la clase social más desfavorecida…Es la otra cara, la que nadie se imagina…Se ven chozas, favelas construidas, pegadas unas a otras, con apenas materiales de edificación, de color de león, con verjas en sus ventanas o algún paño. Pocas casas con depósito de agua, donde el dengue y otras enfermedades hacen presencia al no tener medios… Duele ver los rostros de esos chiquitines que juegan bajo techos de cartones, con algún juguete, que cuidan como su mejor tesoro guardado. Con inocencia y pureza en sus rostros sueñan a ser héroes…
Sus miradas son como un filo que atraviesa. Esos angelitos, color de mi tierra, son el brillo de la esperanza, de poder soñar con un mundo de ensueño, con un mañana…
Solo puedo pensar, que un día la situación sea otra, y esa frontera entre la autopista y la gran capital no sea más que una simple línea imaginaria… ¿Por qué no…?